Centro para mujeres heridas


Un centro para mujeres violadas y madres solteras
NUNCA MÁS VIOLENCIA SEXUAL
La violación, los abusos o las agresiones sexuales no son delitos triviales.

Los gritos del alma son aterradores y vienen directamente del infierno, pero nadie los escucha. El ruido ensordecedor de nuestro mundo superficial no les deja penetrar hasta nosotros. Aunque las almas malheridas viven a nuestro lado y entre nosotros, no las percibimos. Como si estuvieran separados de nosotros por un grueso muro de hormigón armado.
Por lo tanto, este dolor insoportable debe ser traído a nuestra conciencia colectiva una y otra vez.
Una y otra vez.

Porque este hormigón armado de un metro de grosor deja sola a la víctima y ofrece protección al agresor. Peor aún, entrega la víctima al agresor.
Todos debemos tomar conciencia de este enorme dolor para poder sentir empatía y, en consecuencia, desarrollar la compasión.
Una y otra vez.
Sólo así podremos quizá evitar que haya aún más víctimas.

Víctimas cuyo dolor nos afecta a todos.
Dolor que hace imposible el amor.
El amor que a todos nos falta.
Dolor que convierte a las víctimas en agresores, agresores que podrían destruir nuestras almas quizás aún intactas.
Dolores que no permiten la paz interior. La paz de la que todos carecemos y que, sin embargo, necesitamos desesperadamente.
Las mujeres deben ser conscientes de este dolor para poder protegerse mejor.

Pero sobre todo, los hombres deben ser finalmente instruidos.
Deben ser conscientes
de lo que pueden hacer incluso con una agresión sexual aparentemente inofensiva,
lo que significa este dolor,
lo que producen,
lo que destruyen.

Porque también ellos, los hombres, sufren por las mujeres que han sido incapacitadas para amar por la violación, el abuso o la agresión sexual. Esto parece cínico, pero no lo es. Porque cada dolor de una mujer maltratada es el dolor de todos nosotros. Un dolor colectivo que puede estallar de nuevo en algún lugar, en cualquier sitio, para volver a infligir dolor a otros.
Aunque en primer lugar y de forma innegable se trata de un dolor profundamente personal y muy difícil de comprender para los demás, también es un problema social y, por tanto, también político. Porque sólo si reducimos el dolor del individuo podemos también contener o prevenir el dolor colectivo. Si dejamos solo al individuo, a la única víctima, nos dejamos solos a todos. Esto se aplica a todas las víctimas, incluidas las de violencia psicológica o material.
Pero la raíz de toda violencia es la violencia sexual. Si queremos sanar nos, tenemos que empezar por ahí. Por las raíces.

  1. Sanación para las mujeres violadas
  2. Formación intensiva y continua. Una y otra vez.

"Insula Magica" quiere crear un centro en Fuerteventura donde estas mujeres puedan recuperarse, recargar las pilas y curarse.
Y debería ser gratuito para las mujeres que no tienen suficientes medios económicos.
Deberían poder quedarse hasta encontrar su paz interior.